Lecturas

Un estilo de vida 

Claudio Naranjo

Vive ahora- Preocupate por el presente
Vive aqui- Realaciónate con lo presente
Deja de imaginar. Experimenta lo real
Abandona los pensamientos innecesarios
Expresión antes que manipulación
Entregate al desagrado de forma identica que al placer
No aceptes del deberías
Responsabilidad
Acepta lo que eres

La llave perdida o "más de lo mismo"

Paul Watzlawick 

Un borracho estaba buscando con afán bajo un farol. Se acerca un policia y le pregunta qué ha perdido. El hombre responde "mi llave" ahora son dos los que buscan. Al fin el policia pregunta al hombre si está seguro de haber perdido la llave precisamente aqui. El hombre responde "no, aquí no, sino allí detrás, pero allí está demasiado oscuro". 

"Arreglar el mundo"

Cristian Urzúa Pérez 

Un cientifíco que vivia preocupado por los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de respuesta para sus dudas.
Cierto día su hijo de seis años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar, el cientifíco, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo.
De repente, se encontró con una revista, en donde habia un mapa con el mundo, justo lo que precisaba.
Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin la ayuda de nadie."
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente.
-Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo.
Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que a su edad, haya conseguido componer un mapa que jamás habia visto antes. Desconfiado, el cientifíco levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares.
¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño habia sido capaz?
-Hijito, tu no sabias cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?
-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura del hombre. Así, que di vuelta a los recortes, y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo.

"El elefante encadenado"

Jorge Bucay

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaban de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función la enorme bestia hacia gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales...Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujeta entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años todavía confiaba en la sabiduria de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: "Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?"
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habian echo esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien habia sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormia agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro...
Hasta que, un día, un terrible día para historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede.
Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás intento volver a poner a pueba su fuerza...
Todos somos un poco como el elefante de circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando eramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.
Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos:
No puedo y nunca podré.





























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